Cada tarde Ana María acude a la Biblioteca de Doña Mencía para dar clase de español a 15 inmigrantes. En su mayoría son hombres y mujeres rumanos, aunque también hay dos ciudadanos búlgaros. Todos trabajan en la aceituna y a pesar de que entienden nuestro idioma, asisten a clase para aprender a hablarlo bien. Según nos comentaban, es importante para entenderse con los demás y también para generar una mejor presencia. Además, una de las alumnas valoraba especialmente el hecho de que si aprende a dominar esta lengua, podrá ayudar a su hija a que la hable también. Una hija a la que reconocía, echa muchísimo de menos, ya que ella permanece en Rumanía. "Lo más duro no es el trabajo en el campo, lo más duro es estar separada de mi niña y mi familia". Estas palabras se repiten cuando hablamos con el resto de personas que asisten al taller. Uno de los compañeros búlgaros nos contaba que ha dejado una niña y un niño en su país, pero que en definitiva ha venido a España por ellos.
En Rumanía por ejemplo hay sectores como el de la construcción que están en auge, sin embargo, el problema radica en los sueldos que les pagan allí. Según nos decían, en ocasiones no alcanzan los 200 Euros mensuales.
Hoy trabajan en Doña Mencía y por la tarde, aprenden la lengua del país al que acuden cada temporada para trabajar y ayudar economicamente a la familia. Además, como señalábamos al principio, les da clase Ana María, una mujer de origen rumano, pero casada con un español. Son las vueltas que da la vida cuando se busca un futuro mejor.
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Escucha la entrevista mañana miércoles en Mencía Levanta (8:15-9:00).